Mayo de 1991
Con la caída del “socialismo” estilo-Soviético en toda Europa del Este, el aplastamiento del movimiento pro-democracia de 1989 en China, y el desorden general de la izquierda marxista en todo el mundo, una etapa de experimentación socialista ha terminado.
La experiencia del socialismo ha sido de multi-facetas y la historia y los resultados son distintos en África, Centroamérica, el Caribe, Europa y Asia. Los eventos en China, Europa y la Unión Soviética han subrayado la crisis del socialismo. El llevar a cabo un análisis serio de estos eventos, así como elaborar una visión socialista popular que los tome en cuenta, serán tareas prolongadas. Con estos eventos, la crisis del socialismo se ha convertido en un asunto de masas; al ignorarlo los comunistas cometen un error fatal.
Con la caída del “socialismo” estilo-Soviético en toda Europa del Este, el aplastamiento del movimiento pro-democracia de 1989 en China, y el desorden general de la izquierda marxista en todo el mundo, una etapa de experimentación socialista ha terminado.
La experiencia del socialismo ha sido de multi-facetas y la historia y los resultados son distintos en África, Centroamérica, el Caribe, Europa y Asia. Los eventos en China, Europa y la Unión Soviética han subrayado la crisis del socialismo. El llevar a cabo un análisis serio de estos eventos, así como elaborar una visión socialista popular que los tome en cuenta, serán tareas prolongadas. Con estos eventos, la crisis del socialismo se ha convertido en un asunto de masas; al ignorarlo los comunistas cometen un error fatal.
La Revolución Soviética de 1917 abrió la puerta a un mundo nuevo, pero a pesar de los logros asombrosos de aquella revolución, hay que considerar la experiencia en construir el socialismo en la Unión Soviética en resumidas cuentas un fracaso. Todas las revoluciones posteriores han seguido en su mayor parte el modelo soviético, y la crisis del socialismo no es limitada sólo a la Union Soviética.
Las luchas de clases en la Unión Soviética condujeron hacia la derrota del socialismo y esto dio lugar a la formación de una dictadura de clase sobre el pueblo soviético. Esta dictadura, en manos de una nueva clase dominante, mantuvo al pueblo bajo el yugo de opresión y explotación por décadas. Aquellas luchas también prudujeron un estado soviético que subyugó naciones enteras dentro y fuera de las fronteras del URSS.
La Revolución Cultural en China —un movimiento diverso, complicado y a menudo mal dirigido— se enfocaba de varias formas en la cuestión de la derrota del socialismo en el bloque soviético. Este movimiento creó nuevos senderos en el experimento socialista, y enfrentó por primera vez tales tareas como la continuación de las clases y la lucha de clases a lo largo del período de la transición socialista, la posibilidad de una restoración del capitalismo, las fuentes de una nueva clase dominante (inclusive dentro del partido comunista), el ejercer de la dictadura de la clase trabajadora a través de la democracia participatoria de las masas, la necesidad de desmantelar las divisiones entre la labor manual y mental, y las posibilidades del genuino control de los trabajadores sobre el proceso de la producción. Está claro que la Revolución Cultural resultó en un fracaso; las razones de ese fracaso todavía tienen que determinarse.
En todos lados donde se ha intentado construir el socialismo se encontraba la constante intervención de los poderes imperialistas quienes, desde 1917, trabajaban sin descanso para destruir el socialismo donde ellos podían y, donde no era posible lograr esto, intentaban dejar impotente el ejemplo del socialismo. No obstante, no se puede considerar que los fracasos del socialismo fueron causados sólo por los factores externos; las causas principales para la derrota del socialismo en la URSS y Europa Oriental fueron internas.
Mientras que los defectos económicos han sido importantes en fomentar el asco en las masas hacia los líderes de las sociedades ex-socialistas, los síntomas más reveladores de la degeneración socialista han sido políticos: el levantimiento de un masivo aparato estatal represivo sobre el pueblo soviético y la ausencia completa de la democracia socialista —una democracia contemplada por los revolucionarios que derrotaron los órdenes sociales viejos. Existe en todo el mundo la extensa percepción popular que el socialismo es un sistema coercivo, y las experiencias de los partidos comunistas en el poder han justificado esa percepción. Hablando en términos generales, los pueblos del mundo odian el imperialismo, pero el socialismo les da miedo. Estos puntos están en el corazon de la crisis del socialismo, y sólo cuando los socialistas desarrollen un movimiento, una estrategia y una visión que sean al mismo tiempo revolucionarias y democráticas, será posible encontrar un rumbo fuera de esa crisis.
El socialismo se embarca con la tarea política suprema: el derrocamiento revolucionario del poder capitalista. En los Estados Unidos —donde la hegemonía imperialista está basada cada vez más en la fuerza militar— es imposible considerar un camino hacia el socialismo que no implica la revolución. En tanto que la sociedad socialista es una sociedad de clases permeada por las contradicciones de clase, con las luchas decisivas ocurriendo al nivel político, el socialismo es esencialmente una dictadura de clase sobre la burguesía. Al mismo tiempo, nosotros rechazamos cualquiera visión de una dictadura de clase que implique una forma dictatorial del gobierno, que identifique la dictadura del proletariado con una estructura de estado que se amplia constantemente, que exija una dictadura proletaria sobre los estratas medianas de la sociedad en lugar de promover una alianza junto con ellos, o que implique una dictadura de cualquier partido en poder sobre el pueblo entero.
La dictadura del proletariado es en el fondo la organización, la expresión y, cuando sea necesario, el respaldo de la voluntad popular en todos los niveles de la sociedad. Así seguiría expandiendo y promoviendo la eliminación gradual de las clases y la explotación. El refuerzo de esta dictadura de clase —no del aparato del estado— es la esencia de la transición socialista. Y la democracia socialista de masas —no la represión del estado— tiene que ser el eje.
Nosotros identificamos el socialismo principalmente no simplemente con la posesión pública de los medios de producción, sino con el desarrollo de la participación y control de las masas en las instituciones y estructuras económicas, políticas y sociales. A lo largo del tiempo un aumento en la calidad de la vida de las masas es un componente decisivo del desarrollo socialista, pero no es el único ni el más importante criterio que utilicemos para evaluar el progreso de la construcción del socialismo.
Juzgamos el progreso también según el grado hasta donde el pueblo trabajador haya alcanzado un control directo sobre todos los aspectos de sus vidas; por el grado en que se haya superado la opresión nacional; por el grado hasta que se hayan eliminado el machismo y la opresión de los gays y las lesbianas; por si los trabajadores asuman realmente el control de producción; por si las divisiones entre las clases aumenten o disminuyan; por si el pueblo tenga acceso verdadero a la máquina del poder político; por el grado en que las divisiones en el proceso del trabajo entre las tareas de la administración y las de realización se superen; por si las contradicciones entre la ciudad y el campo se superen; y si en general las masas logran dominio própio en cada esfera de la sociedad.
Un elemento político específico de la transición socialista, el cual han puesto en duda los acontecimientos recientes, es el modelo del único partido socialista. Aunque tenemos poca o ninguna de experiencia con un estado socialista multi-partidista, elecciones socialistas genuinas, etcétera, sí tenemos mucha experiencia con el estado de partido único. Los eventos mundiales han puesto en duda la viabilidad del estado de partido único como un modelo en general, y existen por lo menos dos razones específicas que indican que esto no sea una opción viable para los socialistas en los Estados Unidos:
Primero, la existencia de varias cuestiones nacionales dentro de los Estados Unidos, y particularmente la centralidad de la cuestión nacional afroamericana; éstas están en contradicción al modelo del estado de partido único. Para que la democracia socialista sea realmente consecuente, habría que garantizar un espacio político para partidos de las nacionalidades oprimidas con sus varias composiciones de clase, y este espacio no debe ser simbólico.
Segundo, el pueblo de los Estados Unidos tiene mucha experiencia con un gobierno sumamente no-democrático pero sin embargo multi-partidista. En el transcurso de muchos años de luchas electorales y no-electorales, cuando dirigido por socialistas revolucionarios el pueblo de los Estados Unidos aprenderá por medio de experiencia propia cómo distinguir entre la fachada de la democracia burguesa y su contenido no-democrático. Al hacerlo, no debe de esperarse que ellos abandonen la fachada democrática, sino que luchen por una forma de gobierno que sea realmente democratica en forma y contenido.
Entre otras cosas, esto implica un estado multi-partidista que llevará a cabo las elecciones populares con regularidad. El materialismo dialéctico y materialista todavía son armas poderosas entre nuestros recursos como revolucionarios. Los socialistas de hoy debemos ampliar constantemente nuestra teoría, y profundizarla y probarla en la práctica. También hemos de aprender continuamente con las masas quienes son los verdaderos creadores de la historia.
A pesar de los problemas encontrados en la construcción del socialismo hasta la fecha, reconocemos que el frente revolucionario principal del mundo de hoy es la lucha en contra del imperialismo. En general, esta lucha revolucionaria se ubica en los países en vías de desarrollo. Muchos de estos movimientos revolucionarios han mantenido una orientación explícitamente marxista-leninista. Nosotros también sostenemos que el marxismo-leninismo es una ideología importante que puede guiar exitosas revoluciones socialistas en el Tercer Mundo, y también en este país.
Liberation Road/El Camino Para La Liberación