Por: Javier Bravo y Bruce Hobson
A pesar de los conservadores que encabezan las instituciones (y odian el activismo y la militancia de izquierdas), en México hubo marchas independientes de trabajadores organizados, y eso mantiene viva la esperanza de que seguiremos luchando por la dignificación del trabajo.
Vicente Fox, militante del conservador Partido Acción Nacional (PAN), fue presidente de México entre los años 2000 y 2006, y desalentó las celebraciones del 1 de Mayo como no se había atrevido a hacerlo su antecesor, Ernesto Zedillo, del también derechista Partido Revolucionario Institucional (PRI). Enemigo declarado de las luchas sociales, de los beneficios en forma de prestaciones sociales, Fox fue un decidido impulsor de la iniciativa que llevaría a gravar con el IVA tanto los libros como los alimentos, que estaban exentos del pago de ese impuesto. Fueron las protestas masivas lo que disuadió al presidente de llevar a cabo su antidemocrático plan.
Fox, un ex ejecutivo de la Coca-Cola en México, descalificó en todo momento la política social de Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, pues éste decretó en la capital del país la pensión universal para los ancianos. Los medios de comunicación corporativos emprendieron una campaña de denostación de esta decisión, calificándola de “populista”, “irresponsable” y “demagógica”, pues implicaba, decían, un desperdicio de fondos que por otro lado podrían destinarse a fines productivos. El outsourcing se estableció, de facto y de manera generalizada, como una norma de relación entre trabajadoras/es y empleadores. La población trabajadora frecuentemente es condicionada a firmar desde el inicio su renuncia “en blanco”, de modo que los despidos injustificados son hoy un instrumento regular de coerción extraeconómica para que el capital cuente con mano de obra barata y leal.
El siguiente presidente, Felipe Calderón (2006 – 2012), continuó con esta línea de demolición de los derechos de los trabajadoras/es, además de acrecentar los beneficios fiscales de los grandes empresarios, quienes no sólo prácticamente no pagan sus contribuciones, sino que en muchos casos resultan beneficiarios de devoluciones millonarias por concepto de impuestos al final de cada año fiscal. Las cifras oficiales hablan de más del 40% de la población mexicana viviendo bajo la línea de pobreza; sin embargo, estudios independientes hablan de alrededor del 70%, si se considera no sólo el acceso a la canasta básica sino también el acceso a bienes y servicios educativos y culturales.
El neoliberalismo como proyecto oficial del gobierno mexicano había iniciado dos administraciones antes, con Carlos Salinas, pero fue en los dos gobiernos del PAN, así como en el presente sexenio priista de Enrique Peña, cuando, a la inflación y la falta de desarrollo económico, se sumó la entrega de los recursos energéticos como patrimonio público a la iniciativa privada, luego de haber permanecido por setenta años como recursos naturales de la nación, estratégicos para el desarrollo del país, tras su recuperación en 1938 mediante el decreto de expropiación del presidente Lázaro Cárdenas.
Hoy más que nunca existen motivos históricos y actuales para celebrar la lucha de la clase trabajadora, con energía y valentía, con libertad y esperanza. Porque en el marco de un gobierno pusilánime y entreguista con el exterior pero feroz y voraz con su pueblo, neoliberal y enemigo de los derechos de las minorías y las víctimas, con la violencia rebasando la capacidad del estado para gobernar, con una población que no desea más vivir como vive, en esta situación, pues, son las y los trabajadoras/es quienes sintetizan los valores que unen a todas las múltiples identidades del pueblo mexicano: nuestro común denominador es nuestra condición trabajadora.
Por encima de nuestra condición de hombres y mujeres, de indígenas o ambientalistas, de víctimas de la violencia de estado o víctimas de la delincuencia organizada, por encima de las mil y una identidades y de los mil y un agravios, está nuestra identidad común de sujetos trabajadoras/es y de víctimas del neoliberalismo mexicano. Hoy, como no sucedía desde hace treinta años, el mal gobierno que quiere desunirnos nos ha unido. La izquierda, que por antonomasia es la aliada histórica de los trabajadoras/es, debe hoy encabezar las protestas contra el gobierno traidor, que todo lo entrega al capital y nada deja para el desarrollo humano de los pueblos de México.
Este 1 de Mayo debe significar un despertar a la feliz conciencia de que un fantasma recorre nuestro país, y es el fantasma de la izquierda, que materializada en MORENA y los movimientos sociales progresistas, podría lograr que a partir de 2018 se regenere este nuestro país, que deje por fin de ser una fábrica de pobres que expulsa a sus hijos hacia el norte, para convertirse en la patria que necesitamos, una patria amorosa pero firme en sus solidarias convicciones comunitarias ancestrales, y no liberal-individualistas. Este Día Internacional de los Trabajadoras/es, en vísperas del año electoral en que la izquierda de nuevo podría arribar a encabezar las instituciones, MORENA, el único partido político de izquierdas del México de inicios del siglo XXI, tiene el deber histórico de enviar mensajes claros de esperanza y lucha, de paz y dignidad, de compromiso y organización.
Este día, Primero de Mayo, MORENA debe de una vez y en lo subsiguiente, dejar de ser sólo una máquina electoral para convertirse en espejo de las luchas de la población trabajadora, convertirse en gestora de la justicia hacia las víctimas y sus familiares. En resumen, MORENA, si pretende ser en los hechos la esperanza del México de abajo, del México de más de noventa millones de personas que viven indignadas y con miedo, debe bajar del tren, mirar atrás y adelante, y corregir el rumbo decididamente a la izquierda, para que por fin las numerosas identidades que somos los mexicanos que queremos justicia social, veamos a representantes del pueblo acceder a los cargos de elección popular e impulsar, con un golpe de timón, los cambios que las víctimas necesitan.
Incluso el México de hoy, que carece de las masivas celebraciones por el Día del Trabajo que realizaba hace pocas décadas, tiene necesidad de un gran movimiento de trabajadoras/es, tiene necesidad de una fiesta que reivindique el sentido progresista y libertador de la lucha obrera y campesina, popular e indígena. Si MORENA, hoy, no se declara abiertamente a favor de rescatar la tradición festiva de lucha de los trabajadoras/es los días Primero de Mayo y cada día de la vida nacional, entonces MORENA, el único partido de izquierda en el México de hoy, estará renunciando a su oportunidad histórica de rescatar los valores que el 1 de Mayo porta consigo, su oportunidad de hacer lo correcto y, de paso, de mostrar su verdadero rostro, el rostro del pueblo trabajador de México.