Bill Gallegos, Camino de la Liberación
September 22, 2019
Este artículo se basa en mis comentarios dados en un evento de Solidaridad con el Pueblo de México el 22 de septiembre en Los Ángeles. En varios aspectos, esta presentación es una crítica de la izquierda estadounidense, incluida la izquierda socialista, que ha ignorado la importancia de la anexión de 1848 de los territorios del norte de México. Este fracaso en analizar la importancia de la anexión para el desarrollo económico y político de los Estados Unidos, el subdesarrollo de México y la evolución de una nación chicana oprimida dentro de las fronteras de los Estados Unidos sigue siendo una debilidad estratégica de nuestro movimiento. La mayoría de las organizaciones en la izquierda de los EE.UU., inclusive las organizaciones comunistas y las “nuevas organizaciones comunistas” prestaron poca o ninguna atención teórica a estos asuntos o, en el caso de l@s chicanos y mexicanos en los EE.UU., redujeron la cuestión principalmente a una de los derechos de los inmigrantes, o una cuestión definida de solo derechos laborales. Los eventos actuales en México y en la frontera de los Estados Unidos han forzado la cuestión al panorama político, y sin embargo, la izquierda no ha podido ofrecer liderazgo o una respuesta coherente tanto a la campaña de limpieza étnica de la Administración Trump como a los nuevos avances políticos progresistas en México con la elección de Andrés Manuel López Obrador y el Partido Morena.
Este nuevo artículo de la organización Camino para la Liberación es nuestra última contribución a los movimientos progresistas y de izquierda de EE.UU. como esfuerzo por definir una estrategia para lograr el socialismo. Está conectado a contribuciones anteriores de nuestras organizaciones predecesoras en documentos como Fan the Flames, La Lucha para la Liberación Chicana, y La Estrategia de la Franja Solar la Liberación Chicana. Destaca la importancia de nuestra lucha para desmantelar el imperialismo estadounidense y apoyar la lucha de los casi 40 millones de chicanos en los Estados Unidos; comprender la importancia estratégica de vincular esa lucha con los movimientos sociales progresistas y de izquierda en México; y para profundizar nuestro análisis de la Estrategia de la Franja Solar que publicamos hace varios años. Esta estrategia está arraigada no solo entre el pueblo chicano-mexicano en el suroeste de los Estados Unidos, sino con los más de 25 millones de afroamericanos en el sur de los Estados Unidos. La Franja Solar también alberga a las poblaciones indígenas más grandes dentro de las fronteras de los EE.UU., así como a las mayores concentraciones de isleños del Pacífico asiático y grandes concentraciones de trabajadores blancos.
Fundamental para esta historia son los pueblos originales que poblaron el hemisferio miles de años antes de 1492, antes de los orígenes de un estado mexicano, antes de la anexión de los Estados Unidos al norte de México. Al resistir los cientos de años de campañas de exterminio de España, de México, y de los Estados Unidos de América que diezmaron sus poblaciones, los pueblos nativos siempre han luchado. Sus conocimientos de las historias de sus antepasados son la base de su tradición de resistencia y de su dignidad.
Si no comprendemos y no nos enfocamos en el significado estratégico de las historias y conexiones entrelazadas entre los pueblos en las áreas geográficas que alguna vez fueron mexicanas y ahora son parte de los Estados Unidos, no ganaremos.
BG
La expropiación de tierras mexicanas por los Estados Unidos, 1845-1848
Hay una serie importante de eventos en la historia de los Estados Unidos que recibe muy poca atención en cuanto a su enorme importancia histórica y contemporánea: la anexión de los territorios del norte de México por parte de los Estados Unidos: primero, el estado mexicano de Texas en 1845, y prácticamente la mitad de México, después de una guerra corta, injusta y no gloriosa, fue ratificada en el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848. Estos territorios incluyen los estados de Nuevo México, Nevada, Arizona, California, Texas, Utah y el oeste de Colorado.
Estos eventos históricos representan la tercera fase fundamental en la construcción de una superpotencia imperialista supremacista blanca que, dentro de un siglo después de la anexión, dominaría el mundo. La primera fase fue el genocidio de los pueblos originarios y la toma de sus tierras y recursos, abriendo el camino para la colonización europea. El segundo fue la importación y explotación de los afroamericanos como mano de obra esclava para impulsar la economía capitalista de los Estados Unidos. Y la tercera fase que sentó las bases para la eventual hegemonía global de los Estados Unidos fue la derrota de México en la Guerra Mexicana-Americana de 1846-1848 y la subyugación de los mexicanos en el suroeste de los Estados Unidos.
La anexión de las tierras del norte de México, en gran parte a través de la agresión militar (llamada por Ulysses S. Grant como “imperialista” y opuesta por el entonces congresista Abraham Lincoln) tuvo tres resultados principales:
- Permitió a los Estados Unidos de América convertirse en la superpotencia capitalista dominante en el mundo.
- Estados Unidos extendió su alcance desde el Atlántico hasta el Pacífico, ya que proclamó que era su derecho “otorgado por Dios” (Destino Manifiesto), lo que permitió una vasta expansión de la población anglo como colonos principalmente colonizadores de los territorios recién adquiridos. La guerra de Estados Unidos contra México fue motivada principalmente por la esclavitud del sur de Estados Unidos, que buscaba nuevos territorios para su economía de plantación y el lucrativo comercio de esclavos.
- Si los territorios del norte de México no hubieron sido tomados, Estados Unidos bien podría haberse convertido en una potencia de segunda o tercera categoría, como España o Francia, pero difícilmente la superpotencia de hoy. A través de esta anexión, los Estados Unidos adquirieron algunas de las tierras agrícolas más fértiles del mundo, tierras también ricas en petróleo, carbón, uranio, oro, plata, cobre y otros depósitos minerales.
- Profundamente importante para su ascenso a un poder mundial, Estados Unidos adquirió acceso marítimo al comercio y la extracción de recursos a lo largo de toda la Costa del Pacífico. De lo contrario, no habría controlado los puertos sobre el Pacífico.
- Subordinó a México a los intereses estadounidenses
- Antes de la guerra de agresión de Estados Unidos contra México, las dos naciones estaban más o menos iguales de área territorial. México poseía las puertas de entrada al Pacífico y los ricos recursos naturales necesarios para el desarrollo capitalista.
- Debido en gran medida a la pérdida de sus territorios del norte, México se convirtió efectivamente en una neo-colonia de los Estados Unidos, una nación dependiente del Sur Global. Ya firmado, el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848 ratificó este robo histórico. México ahora se enfrentaba a una frontera impuesta de casi 3000 kilómetros con un poder militarmente superior. El movimiento de personas de un lado a otro se restringió drásticamente.
- Antes de la guerra con los EE.UU., México había obtenido su independencia de España solo 25 años antes, en 1821. Su primer presidente negro (¡el nuestro hasta 2008!) Vicente Guerrero abolió la esclavitud en 1829. Mientras que México tenía sus propias luchas internas y tal vez hubiera sido dominado por la política conservadora incluso sin la interferencia de los Estados Unidos, ciertamente habría sido una nación más soberana menos propensa a la intromisión de los Estados Unidos.
- La anexión de los territorios del norte de México condujo a la evolución de una nueva nacionalidad oprimida: el pueblo chicano / mexicano.
- El pueblo chicano / mexicano ha evolucionado como una nacionalidad distinta y oprimida, separada por generaciones de su tierra natal (aunque los lazos familiares siempre se han mantenido). La clase capitalista de supremacía blanca les impidió asimilarse como iguales a la mayoría europea dominante, y por lo tanto hubiera podido disfrutar de los derechos y libertades concedidos a los blancos.
- Luego de la anexión, Estados Unidos consolidó su conquista mediante una política de terrorismo, soborno y engaño. Si bien el Tratado de Guadalupe Hidalgo prometió que los propietarios existentes en lo que se convirtió en territorios de los Estados Unidos no perderían la propiedad de sus tierras, esas promesas no se cumplieron. A los mexicanos se les despojó de sus activos: se tomaron 1,359,744 kilómetros cuadrados (525,000 millas cuadradas) de tierra por la fuerza, el asesinato, el engaño (por ejemplo, los documentos legales estaban solo en inglés). La falta de bienes y derechos básicos creó un grupo racializado subordinado cuya principal opción era convertirse en una fuerza de trabajo barata para las nuevas empresas agrícolas de propietarios blancos.
- Las leyes y prácticas resultantes institucionalizaron desigualdades para los chicanos. Estos incluyeron la negación de su idioma y cultura, segregación residencial, educación pública inferior (como los afroamericanos, también tuvieron que demandar para ser admitidos en escuelas solo para blancos), crédito racista y sistemas bancarios, represión policial y estatal, negación del derecho de votar en las elecciones, discriminación en los sitios de trabajos etc. Hoy, estas estructuras básicas permanecen y mantienen la desigualdad para los chicanos en todos los ámbitos de la vida económica, política, cultural y social de los Estados Unidos.
- Debido a la abolición temprana de la esclavitud en México y el derecho de las mexicanas a poseer tierras, algo que no estaba permitido en los Estados Unidos en ese momento, los negros y las mujeres también perdieron derechos debido a la anexión y sufrieron una mayor opresión de la que tendrían en México.
- La anexión condujo también a una nueva guerra contra los pueblos originarios que vivían en los territorios robados, ampliando la política estadounidense de despojo y genocidio de los indígenas.
Resistencia mexicana / chicana a través de las fronteras
El 90% de la población de 37 millones de chicanos en los EE.UU. reside en las áreas históricas anteriores a la anexión: Texas, California, Arizona, Nuevo México y Colorado. En las últimas décadas, se les ha unido un número significativo de inmigrantes y refugiados de América Central, que a menudo viven en las mismas comunidades, envían a sus hijos a las mismas escuelas públicas, trabajan en muchos de los mismos trabajos de bajos salarios y sufren de las mismas estructuras de opresión que sus hermanas y hermanos chicano. Estas áreas geográficas de concentración histórica chicano son la patria de los chicanaos, de nuestra nación. Con nuestra sangre, sudor y lágrimas, la labor chicana ha construido gran parte de la economía de esta área, su sistema agrícola, sus infraestructuras de transporte, energía, e infraestructuras de las empresas.
¡Pero la opresión genera resistencia! La resistencia chicana es amplia y generalizada, y toma la forma de organización sindical y de huelgas, la lucha armada, formas culturales diversas (prensa alternativa en español, medios de comunicación, arte, música, teatro, etc.), desafíos legales, luchas de base para la inclusión económica y educativa, para los derechos de los inmigrantes y para la justicia ambiental y de género. Hoy, la resistencia también ha tomado la forma de organización electoral.
Como resultado, los chicanos se han convertido en una fuerza importante en el ámbito electoral. Por un lado, son seducidos por los políticos. Pero, por otro lado, la clase dominante ha intensificado los esfuerzos para restringir nuestro voto a través de leyes racistas, especialmente en los estados como Texas y Arizona donde nos estamos convirtiendo rápidamente en una mayoría de la población. La reacción violenta ha sido peor aun: la derecha racista, a veces conocida como la Nueva Confederación, ha desencadenado, bajo el régimen de Donald Trump, una campaña de limpieza étnica contra nuestro pueblo, una campaña que ha encarcelado a cientos de miles, incluye el encarcelamiento y muerte de niños, la separación masiva de padres e hijos, tasas crecientes de deportación de inmigrantes. Estas medidas han fomentado una atmósfera generalizada de miedo en los barrios chicano, y han provocado esfuerzos de organización en defensa de nuestras hermanas y hermanos.
La ferocidad de estos ataques sirve para demostrar que los chicanos representan una amenaza existencial para el imperio estadounidense. No solo somos una población joven, creciente y dinámica, sino que estamos conectados por mil lazos (históricos, familiares, culturales, económicos, ideológicos) con los dinámicos y crecientes movimientos sociales en México. Todo esto hace más evidente la necesidad de unificar el movimiento chicano y elevar nuevamente nuestro programa de derechos nacionales a la tierra, el autogobierno y el control de nuestra economía. La larga historia de la interferencia de los Estados Unidos en México y su opresión de los mexicanos y chicanos en los Estados Unidos deja en claro la importancia estratégica de forjar la solidaridad con el pueblo de México cuyos destinos se han conectado con los en el lado norte de la frontera. En conjunto, podemos ser una fuerza poderosa.
La solidaridad con el pueblo mexicano es un elemento central de nuestra estrategia internacionalista para construir la unidad entre todos los pueblos oprimidos y trabajadores de los Estados Unidos y más allá. Las fronteras impuestas, las líneas artificiales, no pueden detenernos. Podemos construir oposición a la interferencia de los Estados Unidos en México, abrir espacios para que México ejerza su soberanía y eliminar las barreras entre los pueblos con las mismas raíces históricas. En nuestro esfuerzo por acabar con el imperialismo, los trabajadores pueden construir sociedades que sean justas, igualitarias, pacíficas y genuinamente democráticas, en las que no se privilegie ninguna nacionalidad o género, que vivan en estrecha conexión y armonía con la Madre Tierra, y sobre todo las sociedades Sin Fronteras.
¡Si Se Puede!