El Boletín Semanal del Proyecto de Solidaridad con México
28 de abril de 2021 / Meizhu Lui, para el equipo editorial
A veces, nuestros paquetes tienen un tránsito difícil. Los paquetes más pesados pueden aplastar a los más delicados o algo que enviamos podría caerse y romperse en un piso de concreto. Las cajas pueden llegar rasgadas, las esquinas rotas. Solo podemos esperar que las partes internas no se hayan roto más allá de la reparación.
Los migrantes mexicanos también soportan un tránsito difícil. Sabemos del daño físico: la sed, el hambre, las ampollas en los pies, las palizas, las violaciones. Pero los migrantes también enfrentan traumas internos invisibles, el daño que hace que la vida humana normal sea casi imposible.
En Anapra, poco más que un campamento en el desierto en las afueras de Ciudad Juárez, las familias que han tenido que abandonar sus hogares más al sur de México llegan como bienes dañados. Desarraigados de todo y de todos los familiares, sufren condiciones de trabajo humillantes en las maquilas locales. Sus intentos de organizar sindicatos independientes son reprimidos sin piedad.
Todo espíritu quebrantado genera repercusiones. Los padres que no pueden mantener a sus esposas e hijos sienten vergüenza y frustración al desquitarse con las personas que más aman. Las madres exhaustas y deprimidas dejan a sus hijos sin los abrazos y las sonrisas tan necesarios para una educación saludable. Como un jardín sin suficiente sol, estos niños se marchitan. Se convierten en pálidas réplicas de las hermosas flores que podrían ser.
En Anapra, Elvia Villezcas y su compañera vieron todo este daño emocional. Pero no veían estas almas dañadas como irreparables. Los programas del proyecto Hormigas que han lanzado han ayudado a devolver la niñez a los niños, la maternidad a las madres y la paternidad a los padres. Y grupos estadounidenses como la Coalición de salario digno de San Francisco están llegando a través de las fronteras para contribuir a estos esfuerzos.
¿La respuesta a las espantosas condiciones a lo largo de la frontera? No solo mejores salarios y condiciones de trabajo, por muy necesarios que sean. Necesitamos ayudar a reparar corazones y espíritus rotos. Las personas que aprenden a amarse a sí mismas y a los demás, las personas que descubren que pueden ayudarse a sí mismas y a los demás, comienzan a sentir esperanza. Empiezan a darse cuenta de su dignidad y su poder para efectuar cambios. Apoyándonos unos a otros, a través de género, generaciones y fronteras, podemos forjar mejores vidas para todos los que trabajan en las maquilas.
Elvia Sánchez Villezcas fundó Las Hormigas: Comunidad en Desarollo una comunidad en desarrollo con otra ex monja hace casi 10 años. Su propósito: ayudar a las familias migrantes dislocadas, desorientadas y afligidas a construir una comunidad saludable. Desde entonces, activistas de la San Francisco Living Wage Coalition (Coalición de Salario Digno de San Francisco) se han unido a la red Hormigas para ayudar a los trabajadores de las maquiladoras a ganar la confianza para desafiar las condiciones que dificultan la vida en el barrio. ¡Felizmente se cuentan a sí mismos como “hormigas”!
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